El 75 % de las compras de productos de consumo masivo en el país aún pasa por las bodegas, según la Asociación de Bodegueros del Perú.
Mientras el número de tiendas de conveniencia y formatos “hard discounter” -como las tiendas Mass y Oxxo, que manejan precios más cómodos- crece a doble dígito en zonas urbanas, el canal tradicional, representado principalmente por las bodegas, mercados zonales y locales, continúa siendo un actor fundamental en la estructura comercial peruana. El movimiento del sector es regional: en julio de este año, Mass inauguró su primer local en Santiago de Chile y anunció un plan de nuevas aperturas, reforzando su apuesta por este modelo en mercados vecinos.
Para las bodegas, el reto no es solo competir con nuevos formatos, sino operar en un contexto donde la seguridad es una preocupación creciente. Según la Asociación de Bodegueros del Perú, más del 60 % ha enfrentado algún incidente de robo o extorsión en el último año, lo que condiciona horarios, inversión y capacidad de atención. Más que una resistencia al cambio, lo que se observa es una transformación silenciosa: adaptación, cercanía y una lectura fina del consumidor cotidiano.
Este fenómeno no es exclusivo del Perú. De acuerdo con el informe The State of Grocery Retail in Latin America de McKinsey (2024), la tienda de cercanía sigue siendo el punto de contacto más habitual en mercados con estructuras mixtas. En ese contexto, Perú se posiciona entre los países con mayor preferencia por el canal tradicional en la región. A nivel local, datos de la Asociación de Bodegueros revelan que este canal concentra más del 75 % de las compras de consumo masivo, y que más del 80 % de bodegas en Lima han mantenido o aumentado sus ventas en los últimos dos años.

“El canal tradicional no es solo un formato vigente: es un punto de anclaje emocional y funcional en la vida de muchos peruanos. Su permanencia no se debe a nostalgia, sino a su capacidad de resolver necesidades reales con flexibilidad, conocimiento del cliente y una lógica de proximidad que ningún otro formato ha logrado replicar”, comenta Willard Manrique, CEO del Grupo Crosland.
Esa fortaleza no es casual: respondería a tres atributos que siguen siendo decisivos para el consumidor peruano. El especialista explica que estos factores son clave para entender cómo las bodegas han logrado sostener su posicionamiento frente al avance de formatos modernos:
- Cercanía y confianza: La relación con el cliente sigue siendo su mayor activo. El bodeguero conoce los hábitos, las urgencias y las dinámicas del vecindario.
- Surtido optimizado: A diferencia de los canales modernos, las bodegas ajustan su portafolio no solo por rotación, sino por conocimiento de la demanda local. Esto les permite ser ágiles frente a cambios de temporada, precios o promociones.
- Digitalización progresiva: Según Produce Empresarial (2025), más del 40 % de bodegas peruanas ya utilizan alguna herramienta digital para gestionar ventas, pedidos o pagos. El reto no es solo incorporar tecnología, sino hacerlo sin perder su esencia operativa.
Este panorama se vuelve más complejo si se considera que los “hard discounter” han incrementado su presencia en zonas urbanas, ganando terreno especialmente en categorías básicas. De hecho, un análisis de NielsenIQ indica que el crecimiento de este formato se ha acelerado en los últimos años, impulsado por la promesa de ahorro inmediato y cercanía. Sin embargo, su propuesta tiende a ser más estandarizada, lo que abre espacio para que las bodegas destaquen por su flexibilidad y conocimiento del cliente local.
El crecimiento de los formatos modernos no implica el reemplazo del canal tradicional, sino un escenario de mayor competencia. Como advierte McKinsey, los consumidores latinoamericanos están combinando más canales y priorizando conveniencia, precio y experiencia según el contexto de compra. “La convivencia entre canales es inevitable, pero lo que marcará la diferencia es la forma en que cada formato responda a las expectativas reales del consumidor. Las bodegas tienen la oportunidad de fortalecerse sin perder su esencia. Y en esa respuesta estratégica es donde el canal tradicional puede consolidar su ventaja sin dejar de evolucionar”, concluye Manrique.
Fuente: revistaeconomia.com