Boicot (y sus formas boicoteo, boicotear) es un término que se escucha casi a diario en referencia a protestas, obstrucción u oposición colectiva contra un producto, un individuo, una entidad o un país.
Es una expresión casi universal de las acciones utilizadas por grupos y colectividades en todo el mundo para obstaculizar el desarrollo o funcionamiento de una medida laboral, social, política o económica consideradas injustas.
La palabra primero ingresó al diccionario inglés como boycott y de ahí se deriva el boicot en español. Pero su origen está en una persona real: el militar inglés Charles Cunningham Boycott.
A finales del siglo XIX, Boycott era un veterano del Ejército británico que administraba la propiedad de un terrateniente en el noreste de Irlanda y se vio involucrado en una disputa con los inquilinos que labraban esas tierras por las condiciones y costos de arriendo que imponía.
La protesta no fue violenta, pero tomó la forma de aislamiento y exclusión social, laboral y económica de Boycott, y sus cultivos sufrieron al no tener quién los cosechara.
A finales de los 1880, el caso fue reportado ampliamente en los diarios británicos que empezaron a utilizar el apellido para referirse a la táctica de los inquilinos. Poco después encontró lugar en los diccionarios de varias lenguas.
El “capitán” Boycott
Charles Cunningham Boycott nació en 1832 en Norfolk, Inglaterra. El apellido original era Boycatt, pero por alguna razón desconocida la familia decidió cambiar la ortografía cuando Charles tenía 9 años.
Su interés por la vida castrense lo llevó a enrolarse en la Real Academia Militar en 1848, pero fue dado de alta en 1849 tras reprobar un examen periódico. No obstante, su familia pagó buen dinero para comprarle un nombramiento en un regimiento, una práctica común en la época que le permitía al inscrito a alcanzar rápidamente un rango de oficial.
Pero su interés por ser soldado pronto se desvaneció y tres años después dejó el ejército con miras a convertirse en terrateniente.
Imagen: Getty Images / La carrera militar de Charles Boycott fue limitada, pero seguramente fue lo que le dio el apodo de “capitán”.
Se trasladó a la isla de Achill, frente al condado Mayo al noreste de Irlanda, donde adquirió un terreno con el que prosperó y tuvo buen resultado cultivando en un ambiente hostil y desafiante. Allí se quedó 17 años, pero aspiraba a trasladarse a tierra firme, más cerca de la “civilización” y ocupar mejores tierras que labrar.
Su oportunidad llegó en 1872, cuando John Crichton, conde de Erne, que poseía más de 15.000 hectáreas en Irlanda, buscaba a quién le pudiera administrar un terreno en el condado Mayo. El contrato incluía el uso de unas 250 hectáreas para su cultivo, una buena casa de campo con establos y cobertizo para botes.
El conde prefería que ingleses ocuparan puestos de autoridad y estuvieran a cargo de manejar a los arriendos de sus tierras. El sobrenombre de “capitán”, probablemente impuesto a Charles Boycott por sus granjeros inquilinos por su trato rígido y antecedentes militares, seguramente fue un aspecto favorable para que recibiera el contrato.
Según los biógrafos, Boycott creía en “el derecho divino” de los amos, dueños y terratenientes. También tenía la tendencia a comportarse a su antojo, sin importarle lo que otros opinaran. Su mano dura y desagradable personalidad lo volvieron muy impopular con los granjeros inquilinos.
No tenía problemas en desalojar a los que no cumplían a tiempo con el pago de sus arriendos y solía imponerle multas por las transgresiones más insignificantes, como dejar a uno de sus animales deambular por su terreno o llegar tarde al trabajo. Las multas algunas veces excedían sus salarios.
Enfrentamiento con la Liga Agraria
A finales de la década de los 1870, Irlanda se vio afectada por una serie de malas cosechas que apuntaban a una hambruna. Una nefasta situación para los granjeros inquilinos que ya tenían dificultades pagando sus arriendos.
En 1879, el hijo de uno de esos inquilinos en el condado Mayo formó la Liga Agraria Nacional de Irlanda con miras a reducir los arriendos y frenar los desalojos. La liga también estaba vinculada al movimiento independentista de Irlanda, pero su objetivo final era que los granjeros pudieran ser dueños de las tierras que labraban.
Los inquilinos de las tierras del duque de Erne solicitaron una reducción del 25%, pero el duque sólo les concedió el 10% y permitió que Boycott recuperara como pudiera las deudas morosas y desalojara a quienes no pagaran.
Tres familias fueron desalojadas lo que llevó a la Liga Agraria a lanzar a iniciar acciones para responder a estas medidas. El parlamentario Charles Stewart Parnell, líder de la liga, instó en un discurso a sus seguidores a evadir y despreciar en todo lugar y momento a quien haya desalojado a otro ser, “dejarlo solo… aislarlo de resto del país, como si fuera un leproso”.
Boycott se encontró segregado de la comunidad. Nadie compraba sus bienes y nadie le vendía. No pudo cosechar su tierra ni entrar en negocio alguno con los lugareños. Hasta el cartero dejó de llevarle su correo.
Ante la perspectiva que sus cultivos se pudrieran, algunas autoridades simpatizantes recogieron fondos para organizar una expedición de rescate de unos 50 hombres para recoger la cosecha. Tuvieron que enviar a casi 900 soldados para proteger a los labradores de la posible violencia de los lugareños.
Teniendo en cuenta el desplazamiento, labor y mantenimiento de esa fuerza, el costo del operativo fue de unas 10.000 libras esterlinas de la época para rescatar unos cultivos que apenas valían 350.
Una nueva palabra
El asunto Boycott se volvió gran noticia en Irlanda, Inglaterra y otros países de habla inglesa. Reportes de “boicoteos” empezaron a surgir por toda Irlanda y la medida empoderó dramáticamente al campesinado.
No se sabe exactamente cuándo la palabra “boicot” entró en el léxico, pero como no había una palabra exacta que pudiera describir la acción de aislar, intimidar y crear un tabú en torno a alguien o algo, la palabra se incorporó al Diccionario Inglés de Oxford en 1888.
“Boicot” finalmente fue adoptada en varios otros idiomas que tampoco tenían palabras comparables y sigue siendo utilizada frecuentemente para describir todo tipo de acciones de este tipo, pero principalmente en el ámbito laboral o político.
En cuanto a Charles Cunningham Boycott, el desacreditado “capitán” regresó calladamente a Inglaterra unos meses después, donde murió en 1897, aunque su apellido ha seguido vivo por mucho años más, proyectándose hacia el futuro.
Fuente: bbc.com