Cuando intentar relajarte te estresa aún más, estos principios poco conocidos son la clave para la calma.
Una cliente mía, llamémosla Sandra, vino a mí buscando ayuda para manejar los elevados niveles de estrés en su vida. Ella es la directora ejecutiva de una empresa de 70 empleados en una industria dominada por hombres. Eso por sí solo ya era mucha presión. Súmale la carga de equilibrar el trabajo desde casa con la crianza de dos niños pequeños. En sus palabras, quería ser capaz de crear su propia calma durante el caos.
Se sentía tan abrumada que necesitábamos un punto de partida simple para aliviar su estrés. Le aconsejé que empezara tomando un descanso de relajación de cinco minutos durante cada día laboral. Le proporcioné estrategias sólidas para incorporarlo de inmediato a su horario. Por ejemplo, planeamos el descanso durante las pausas en su itinerario diario. No necesitaba reorganizar toda su vida para hacerlo. Después de un poco de ida y vuelta, descubrimos que el mejor momento sería al iniciar la tarde. En ese horario nunca programaba reuniones y sus hijos generalmente dormían la siesta después del almuerzo.
Pero en nuestra siguiente sesión, confesó que le estaba costando trabajo. En lugar de ayudarla a relajarse, el tiempo de inactividad parecía incrementar su estrés. Su mente ocupada se descontrolaba. Pensaba en la reunión que acababa de tener, en agenda la de la tarde, en qué cocinar para la cena, etc.
Sandra llevaba consigo una gran carga de culpa con esta revelación. Sentía que estaba fallando. Peor aún, pensaba que era porque había algo mal en ella, aunque esto no podía estar más lejos de ser cierto. La ansiedad por la relajación es un desafío común y muy real. En un estudio, más del 50% de las personas reportaron un aumento de la tensión al intentar una relajación enfocada.
Así que mi primera tarea fue reforzar que esto no significaba que ella estuviera defectuosa. No era un fracaso. Ella podía ganar esta batalla contra la ansiedad por la relajación.
Regla mental #1: Disonancia cognitiva
Cuando nuestras acciones no se alinean con nuestros valores o creencias, se desencadena la disonancia cognitiva. Esta es una incomodidad mental que nos hace dudar de nuestros esfuerzos por cambiar. Sí, ella estaba ocupada. Tenía mucho en sus manos. Pero cuando profundizamos, descubrimos que la ocupación no era la razón real de su ansiedad por la relajación. En realidad, el problema era su creencia arraigada de “no tengo tiempo para tomar descansos”.
Es más fácil hacer lo que siempre hemos hecho que abandonar esos hábitos cómodos y hacer algo nuevo.
Intentar adoptar este nuevo hábito era inconsistente con esa mentalidad. Su cerebro pasó al modo de supervivencia. Estaba tratando de mantener la seguridad y conservar energía. Así que reforzó la opción más cómoda. Es más fácil hacer lo que siempre hemos hecho que abandonar esos hábitos cómodos y hacer algo nuevo. Su cerebro se sentía más seguro al empujarla a seguir adelante.
Por eso los descansos estaban generando más estrés. Le resultaba difícil estar quieta y no estar haciendo algo. Suma a eso lo que parecía más estrés en lugar de menos, y ahora sentía que era una gran pérdida de tiempo.
Regla mental #2: Efecto Zeigarnik
Forzarse a frenar de 100 km/h para descansar durante cinco minutos no estaba funcionando. Una explicación para esto es el Efecto Zeigarnik. Es la tendencia de nuestros cerebros a recordar y centrarse más en las tareas incompletas que en las completadas. Esto crea un “bucle cognitivo abierto”. Es otro de los increíbles métodos de conservación de energía de nuestro cerebro. Su propósito es asegurarse de que no olvidemos lo que estábamos haciendo o asegurarnos de encontrar una solución al problema en cuestión.
Este es un proceso automático e inconsciente que la mayoría de las personas ni siquiera conocen. Pero con conciencia e intención, podemos cambiarlo. En lugar de una distracción de “mente ocupada”, puede convertirse en un poderoso truco mental que elimina la abrumación para que podamos relajarnos. Con esto en mente, adaptamos el enfoque de sus descansos de relajación. Le recomendé que primero dedicara dos minutos a hacer una “descarga mental” en una hoja de papel. Escribía cualquier cosa que se le viniera a la mente. Luego, se relajaba cerrando los ojos y descansando durante cinco minutos.
Esta estrategia le permitió avanzar. Ahora podía relajarse realmente durante su descanso. ¡Una semana de esta práctica diaria mejoró su estado de ánimo general en un 40% y aumentó su energía en un 30%!
Mientras más repetía este proceso, mejor funcionaba.
Regla mental # 3: Ley de Hebb
La Ley de Hebb dice que “las células cerebrales que se activan juntas, se conectan entre sí”. En otras palabras, cada vez que tomamos una acción particular, un grupo de células cerebrales se activa en esa dirección. Esa activación refuerza estas vías. El proceso crea una nueva forma de ser. La repetición hace que los nuevos hábitos se consoliden.
Cada vez que mi cliente hacía esa descarga mental para pasar al tiempo de descanso, estaba reconectando su cerebro. Esto ayudó a evitar que luchara. Incluso si su subconsciente todavía creía que estaba demasiado ocupada para relajarse, se sentía seguro al tomar esa acción tangible. Esto resolvía la disonancia cognitiva. Ya no existía el riesgo de olvidar todas esas cosas que antes mantenían a su cerebro acelerado.
Entonces, esa acción de activación se conectaba (se cableaba) con el período de relajación. Forjaba un nuevo hábito. Consolidaba una nueva creencia. Estaba emocionada por su estado de ánimo y energía elevados. Era más productiva durante las horas de trabajo y más paciente y presente con su familia. Y lo mejor de todo, ¡se sentía menos estresada! Ya no sentía que estos breves descansos de relajación le hicieran perder su tiempo.
Relajar tu ocupada mente no es tan difícil como parece
Solo necesitas dar unos simples pasos. El primero es entender estas reglas mentales. El siguiente es utilizarlas a tu favor. Luchar contra ellas es inútil; esa contienda consume más tiempo y energía que simplemente tomarse un breve descanso.
Fuente: Leah Borski/ Eduardo Scheffler/entrepreneur.com