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Todos los negocios se acartonan, y es normal

por emprende2021
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Imagen: Depositphotos.com

¿Qué es necesario para mantener vivo un emprendimiento?

De acuerdo con la jefa de la Incubadora de Alto Impacto de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Unincube), Valeria Restrepo Herrera, el 75 por ciento de las empresas cierran en el segundo año de operaciones debido a que su producto o servicio no respondió a una necesidad real ni se adaptaron a las nuevas realidades. La investigadora señala que las empresas que logran atravesar el segundo y tercer año tienen más posibilidades de sobrevivir, pues el periodo más crítico ocurre entre los 12 y los 24 meses de un emprendimiento. Esta estadística está respaldada por el Centro para el Desarrollo de la Competitividad Empresarial, el cual revela que 8 de cada 10 empresas mexicanas fracasan durante los primeros dos años de existencia, un número proyectado también por el INEGI. 

La pregunta es, ¿qué ocurre en esos primeros años de un negocio que refuerza esta estadística? Sobre todo, ¿qué es necesario para mantener vivo un emprendimiento? 

El desarrollo y crecimiento de un negocio es una curva gradual que va de arriba hacia abajo; es absolutamente normal que el descenso se sienta en picada, pero no ocurre igual en todos los casos. Bajar luego de la excitación del lanzamiento es un comportamiento habitual, incluso, necesario porque asienta las bases de un negocio y permite notar los puntos ciegos 

-que hasta entonces no se habían considerado- para sostener los siguientes pasos.

Los primeros años de un negocio se viven con mucha euforia; todo es nuevo, emocionante y esperanzador. Como dueño de un emprendimiento quieres hacer mucho e invertirlo todo. Pero aquí ocurre el primer error: no planear. Sueles abrir la llave completa e inviertes de más; no eres riguroso ni estricto con las entradas y salidas económicas: derrochas porque crees que es el momento. 

Es importante tener una planeación o tu negocio seguramente morirá

También debes tener claro que en los primeros dos años no hay ganancias: lo obtenido es para reinvertirse. Otro gran error es no establecer un sueldo para ti como dueño del negocio. Es importante saberte parte de tus egresos para no excederte ni limitarte: no gastes más de tu sueldo. 

Pero si luego de estos primeros años tu negocio sobrevive, comienza la etapa de asentamiento, la bajada tras el punto de inicio. A partir del segundo al cuarto año se trata de ponerle tierra a lo que ya construiste. Las ideas deben enfocarse en nutrir el sentido del negocio, su centro o para qué que justifique su presencia en el mercado. Es momento de ver qué sí y qué no funciona de las primeras decisiones. Es la etapa de prueba y error para encontrar tus propias maneras de navegar en tu negocio. 

Después de pasar un par de años en un esquema hasta cierto punto automatizado con fórmulas que funcionan y un journey claro, durante el cuarto y quinto año este proceso conocido comienza a desgastarse. Por un lado, la energía y el entusiasmo del inicio están abajo; la novedad dejó de serlo porque “ya te la sabes” en tu empresa. Es normal. Sabes lo que sabes y puede ser que sientas estancado tu negocio. 

Esto no necesariamente significa la quiebra; al contrario, es una pausa para repensar tu emprendimiento. Es importante estar claro en que la relación que tienes con tu negocio es una más en tu vida, y como tal, hay que alimentarla y renovarla para comenzar de nuevo. Como en la naturaleza, todo es cíclico. Los ciclos terminan y comienzan otros. Terminó el ciclo de los primeros años, pero empieza la madurez con los próximos. El mensaje es: no entres en pánico, sólo es un momento de reinvención. 

Cuando permites a tu mente entrar en modo pánico porque te sientes asfixiado en la rutina sin saber qué hacer para salir del estancamiento, es que comienzas a buscar soluciones inmediatas desconectadas del propósito de tu negocio. Te enfocas en la venta, haces promociones al por mayor, comienzan los descuentos y todo se vuelve frío en lugar de mantener clara tu esencia. Cuidado con ello, tu valor no tiene qué ver con el costo. 

Tómalo con calma y observa todo el bosque, no sólo el árbol: qué de lo que hasta ahora has hecho funciona, con qué sí te gustaría quedarte, qué de tu proceso quieres conservar, qué habla del corazón de tu empresa, cuál es el área donde se empieza a sentir rígido o aburrido lo que haces, qué se siente plano y sin energía. Háblate con honestidad para tener claridad del presente de tu negocio. Separando esto, conéctate con el mundo: qué hay nuevo, qué de lo que ves te gusta y no lo has probado, qué están haciendo los demás, dónde no has explorado, qué ofreces a tu comunidad, cuál área puedes expandir con nuevas herramientas, etc. 

En aquello que te genere miedo o incertidumbre vive la nueva chispa de tu negocio

El mundo es cambiante y se siente retador en muchos momentos; por ello, hacer no es suficiente. Es necesario estar cerca de tus clientes y tu comunidad, pero su atención es corta y para mantenerlos contigo es vital la innovación. Renuévate, pero siempre con lealtad a quien eres como marca, no para vender más. Conéctate contigo, con lo que te es importante ser y comunicar para que sepas a quién hablarle: encuentra a tu tribu.

Un emprendedor con mentalidad efectiva sabe que la vida son ciclos y abraza esta realidad como parte de su evolución personal y la de su negocio. Le emociona y se prepara para el reto porque sabe que parte de ser emprendedor es vivir en la adrenalina de la novedad. 

Fuente: Marta RO/ entrepreneur.com

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